Eran los años 50. En la zona del Pino gordo de Sant Vicenç dels Horts algunos barceloneses habían instalado su segunda vivienda. Venían cada fin de semana buscando el aire de la montaña, entre casas salteadas aquí y allá, construidas lentamente. Algunos terminaban enamorándose del ambiente y sociedad vicentina de tal manera que cuando podían se venían a vivir definitivamente. Así sucedió a un matrimonio con una niña de trece años.
Cada día el padre iba a Barcelona y la pequeña bajaba al pueblo a la escuela donde la habían matriculado, recorriendo el camino antiguo del original pino gordo, que se quemó hace unos años, y donde en la actualidad se encuentra uno de los muros del parque.
Una tarde, la pequeña, de trenzas largas, vestida con uniforme escolar bajó a la escuela como cada tarde pero no fue un día más porque… ya no regresó a su casa como habría sido en un día más. Su madre, preocupada, esperó a la llegada de su esposo, y con los vecinos bajaron y subieron y subieron y bajaron al pueblo buscando a la pequeña. La llamaban en la oscuridad de la noche, sin obtener respuesta. La respuesta ya era imposible: alguien la había silenciado para siempre, un desalmado la violentó y le clavo unos alicates en su tierno cráneo para que no lo delatará en el futuro.
Los policías locales en conjunto con los de Barcelona llevaron el caso. Y se archivó en la capital, con culpables, pero sin repercusión mediática.
Y desde entonces y hasta hoy en día, en el parque del Pino Gordo hay perros que ladran a la nada. Sobre las dos de la mañana se forma una densa neblina humanoide en noches de invierno. Nube blanca que hace helar los alientos de los presentes. Esta quieta entre el pasillo del que fuer un bar (hoy cerrado por incendio) y la pequeña muralla que sirve de mirador, y de repente bajo los atónitos presentes esa niebla asciende y en un vuelo rápido pasa por sus cabezas desapareciendo hacia la zona de los viejos pinos, siguiendo el viejo camino que un día hubo. Ahí, donde hoy se encuentra el parque del Pino gordo, un parador verde y maravilloso, pulmón de un pueblo, mirador natural de día, que de noche puede encerrar misterio.